
El día sábado estuve en un encuentro de unas hermanas mendicantes, de la orden de Santo Domingo, cosa rara en estos días, fue un momento de oración y cantos, mientras ellas comentaban sus experiencias, me nacían muchas preguntas: ¿Cómo hacen con la globalización?, ¿Cómo lo hacen con la tecnología?, ¿No les consume el tiempo? ¿Cómo lo hacen para despreocuparse? Preguntas que por cierto, ya tenían respuesta en su forma de ver la vida ¿Por qué?
En ese momento, una frase dicha por una de ellas, me recordó Blog leído de Mauricio Bertero sobre Albert Einstein (ya que estamos en el año de la física). "Creo en la intuición y la inspiración", decia Albert Einstein en 1931. Una característica interesante Albert Einstein, odiaba que le dijeran cual era la verdad. Incluso de niño estaba constantemente dudando y haciéndose preguntas. "Su sola presencia aquí socava el respeto de la clase hacia mí", le riñó su profesor de séptimo grado, el Dr. Joseph Degenhart. (Degenhart también predijo que Einstein "no llegaría a nada en la vida"). Este defecto del carácter llegaría a ser un ingrediente clave en los descubrimientos de Einstein.
Intuición e inspiración yo agregaría contemplación. Aquellos que viven de la contemplación como aquellos genios, tienen algo en común, son intuición e inspiración, que no llega de la nada, viven su fe en la vida, en definitiva y último puerto en Dios, pero en forma muy práctica, siendo instrumentos o como decía Santo tomas de Aquino instrumentos o causas segundas de la causa primera.
Bonita experiencia la de estas hermanitas, como ellas se hacían llamar, bonito ejemplo de Albert Einstein antes que un visionario matemático, un gran referente del humanismo, bonito ejemplo también el de este mes, a la espera de la canonización de Alberto Hurtado.
Vivir de intuición e inspiración requiere mucha practica, y confianza en la vida y en las personas, intuición y seguridad en que el camino es el correcto, inspiración en que existe algo sobrenatural que me guía….
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